¿Existe la Predestinación? ¿Tenemos una Vida Previamente Planeada?




En el transcurso de una reciente discusión religiosa, surgió el enigma acerca del significado cabal de un par de declaraciones atribuidas al apóstol Pablo. Estas son: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos’ (Romanos 5:29.) ” . Habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.” (Efesios 1:5.). Cuando destacamos la necesidad de la educación, pareciera que aquellos que carecen de conocimiento o capacidad están ya asignados a un grado menor de gloria por ello, y que aun los que no han tenido una educación avanzada — y entre éstos debemos incluir, en cierto modo, a los pioneros que completaron el curso de la vida terrenal-, no obstante su fe y su testimonio, han sido destinados a algo menor que lo que procuraron.
Me parece también que tener talento y no ser capaz de usarlo, es justificación suficiente para excusarse, particularmente bajo el sistema económico del mundo actual, siendo a la vez injusto que el medio ambiente o cualquier procedimiento pueda ser causa para que una persona pierda lo mejor de la vida venidera.
Yo creo firmemente en el arrepentimiento como una parte esencial de la vida; y también creo en el perdón. Pero nuevamente nos enfrentamos con el hecho de un final predestinado, conforme a nuestras acciones—sean justas o erróneas. Pareciera ser también, si consideramos nuestra preexistencia, que nuestro fin fue conocido desde el principio—y esto queda demostrado por el hecho de que mientras personalmente no tenga yo la sabiduría, a pesar de todos mis esfuerzos, no lograré “graduarme” simplemente porque mis capacidades mentales no son tan grandes como las de un hombre mucho más sabio. Entonces ¿Qué realmente quiso decir Pablo? ¿Estamos predestinados?

Respuesta
¿Qué quiso decir Pablo con “ser predestinado’?
Primeramente, analicemos los pasajes referidos:
“Bendito sea el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”… En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, “Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado.” (Efesios 1:3-6).
La otra referencia dice: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.” (Romanos 8:29-80).
Si estudiamos completamente el evangelio y el plan de salvación, llegaremos a la conclusión de que es equivocado creer que aquellos que han aceptado al Salvador fueron predestinados a ser salvos pese a la naturaleza de sus vidas. Basado en la fidelidad y obediencia a los convenios y leyes del evangelio, el plan de salvación es definitivamente claro y seguramente Pablo nunca intentó afirmar que ya en la preexistencia muchos fueron destinados por decreto divino a ser salvos sin que importen sus acciones. Por lo tanto, posiblemente sean éstos algunos de los pasajes en las enseñanzas de Pablo que hicieron declarar a Pedro que entre los escritos del Apóstol de los Gentiles hay algunas cosas “difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.” (Véase 2 Pedro 3:15-18).
Sabemos que el plan de Salvación otorga a cada alma el don del libre albedrío. Esta es una ley divina y justa. Nadie debiera ser forzado a escoger el curso que ha de seguir. Todo individuo que practique la absoluta libertad de actuar, puede alcanzar la salvación. No existe la compulsión en el reino de Dios. Los seres humanos no somos autómatas. A todos se nos ha dado la libertad para creer, servir, negar o rebelarnos contra los mandamientos del Señor. Y toda recompensa se basa en el mérito. La salvación es, en sí, un don gratuito de Dios, enriquecido por la sangre expiatoria de Su Hijo Amado, pero las leyes divinas están fundamentadas en la identificación fiel de sus propias estipulaciones. Y estas leyes han estado en existencia a través de la eternidades; han sido probadas por muchos y se ha demostrado que son justas, Nadie puede obtener la salvación sin verificar cabalmente su fe y obediencia a los preceptos de las verdades eternas, establecidos desde el principio para la salvación y exaltación de la humanidad.
Podemos estar seguros de que Pablo nunca trató de aseverar que se hicieron algunas acepciones en el principio ni que ciertas personas fueron o están destinadas a ser redimidas y salvas en el reino de Dios sin satisfacer los requisitos en que se basa dicha salvación.
Aun siendo todo esto verdad, ¿podemos encontrar explicaciones que justifiquen las declaraciones de Pablo? ¡Por supuesto! Analicemos más detenidamente sus expresiones. ¿No es verdad, acaso, que aquellos que habían sido fieles en la preexistencia fueron predestinados a ser “hechos conforme a la imagen de Su Hijo”? Desde el principio se nos ha enseñado que el hombre fue “creado” a la imagen de Dios. Esta es una definida declaración de la Epístola a los Romanos. No debemos, entonces, dejar de lado el hecho de que el Padre conoció la fe e integridad de algunos de los “grandes” que oficiaron como gobernantes en Su reino antes de crear el mundo.

Por consiguiente, es posible que Pablo, teniendo conocimiento de ello, haya podido declarar positivamente que algunos fueron “predestinados” porque Dios les conocía y tenía la seguridad de que no habrían de caer, pero nunca por motivo de una antojadiza deteminación sin fundamento.
Por medio de los escritos de Abrahán y otros, llegamos a saber acerca de la integridad de ciertas almas en la preexistencia; y es posible que el Señor, habiendo comprobado dicha probidad, las haya apartado para esta obra, convencido de que no fracasarían. Tales almas fueron Adán, Enoc, Abrahán, Moisés y muchos otros, a través de la edades, hasta el profeta José Smith.
“Y el Señor me había mostrado a mí, Abraham, las inteligencias que fueron organizadas antes que el mundo fuese; y entre todas éstas había muchas de las nobles y grandes; “Y Dios vio estas almas, y eran buenas, y estaba en medio de ellas, y dijo: A éstos haré mis gobernantes —pues estaba entre aquellos que eran espíritus, y vio que eran buenos—y él me dijo: Abraham, tú eres uno de ellos; fuiste escogido antes de nacer; “Y estaba entre ellos uno que era semejante a Dios, y dijo a los que se hallaban con Él: Descenderemos, pues hay espacio allá, y tomaremos estos materiales y haremos una tierra en donde éstos puedan morar; “Y así los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare. “Y a los que guardaren su primer estado les será añadido; y aquellos que no guardaren su primer estado no recibirán gloria en el mismo reino con los que lo hayan guardado; y quienes guardaren su segundo estado, recibirán aumento de gloria sobre sus cabezas para siempre jamás.” (Abraham 3: 22-26.)
De esta Escritura podemos deducir que muchos fueron ‘capaces de “guardar” su primer estado, pero que otros tantos no lo conseguirían. Y que cada uno habría de recibir su recompensa conforme a su mérito. La promesa de todo galardón estuvo siempre basada en la fidelidad y obediencia del recipiente. Algunos pueden no haber sido tan listos como otros, pero a todos se ofreció siempre el mismo privilegio.
La obediencia a la ley divina, la devoción a los principios y la integridad del que procura la verdad y la luz, son los principales mandamientos que han de exaltar al hombre en el reino de Dios. La verdad es algo que puede aprenderse. A algunos puede exigirles más tiempo que a otros, pero siempre ha de ser recompensada la integridad y perseverancia del postulante. Aquel que rehúsa obedecer la ley divina o qué no quiere que le enseñen, perderá, naturalmente, todo derecho a galardón alguno. Y por otro lado, quien busque la verdad y trabaje con perseverancia para alcanzar la perfección, será recompensado.
Quizás las traducciones que han llegado hasta nosotros no expresen claramente lo que Pablo quiso decir. Pero aseverar que él enseñó que algunos hombres fueron destinados a la condenación mientras que otros habrían de ser salvos sin una aprobación de su fe, es erróneo. Aquellos que rechazaron la verdad y se rebelaron contra Dios, fueron expulsados junto con Lucifer simplemente como una consecuencia de la ley del libre albedrío. Y tenemos razón para creer que los que han tenido el privilegio de venir a este mundo mortal, lo recibieron como recompensa por su comportamiento en la preexistencia.
Es absurdo pensar que Pablo pudo haber enseñado que en el principio, antes de la creación de la tierra, algunas almas fueron ya destinadas a venir aquí, recibir tabernáculos corporales y entonces ser consignados a la perdición o a la salvación. Dicha doctrina es contraria a todo lo que ha sido revelado. Por tanto, es necesario que procuremos una interpretación aceptable. Creo, sin embargo, que dicha interpretación se encuentra en la Escritura mencionada, pero que su traducción es imperfecta. Repitamos el pasaje:

Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conforme a la
imagen de su Hijo, para que Él sea el Primogénito
entre muchos hermanos." (Romanos 5:29)

¿No resulta, acaso, perfectamente claro este concepto de que aquellos que habían de venir a esta tierra para vivir una existencia mortal, fueron predestinados a hacerlo conforme a la imagen y semejanza del Hijo de Dios? Esto es algo que se dispuso en el principio. No es posible creer que algunas almas iban a tener el privilegio de venir y recibir cuerpos de carne y huesos, y que entonces serían caprichosamente arrojadas como hijos de perdición para siempre o salvos por decreto predestinador.




Comparte mediante los botones y comenta con Facebook más abajo

Hernán Felipe Toledo

MBA, Ingeniero, viajero, creador de comunidades y amante de difundir inspiración. Actualmente sirve en la Presidencia de Estaca.

Comenta con Facebook

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente

Formulario de contacto