Ayudar a las Mujeres a Obtener Sus Privilegios Espirituales


Por: Bárbara Morgan Gardner      
Bárbara Morgan Gardner (barbara_morgan@byu.edu) es profesora asistente de la historia y la doctrina de la Iglesia en BYU.

Tenemos​​ un Problema

Recientemente, les pregunté a mis cincuenta alumnos en la clase de Doctrina y Convenios, si se sentían seguros con su conocimientos de la doctrina, los principios y las prácticas asociadas con el sacerdocio. ¡Aparentemente todos lo estaban! Me sentí tan feliz en ese momento y pensé que nos ahorraríamos algunas horas de clase sobre ese tema. Sin embargo, en la quietud de mi oficina después de la clase, empecé a preguntarme cómo era posible que ellos supieran todo acerca del sacerdocio cuando yo misma, y hasta los líderes de la Iglesia, estaban tratando de entender y explicar algunos de sus fundamentos. Por lo tanto, durante la siguiente clase les pedí que contestaran en un pedazo de papel lo siguiente: ¿Cuántas personas en este salón poseen llaves del sacerdocio?
Estaba sorprendida mientras leía en voz alta, ¡las distintas repuestas! “1,” “50", “25", “todos”, “nadie,” solamente los hombres que poseen el sacerdocio,” “todos los que han entrado al templo,” y la que para mí fue la respuesta más sincera: “no tengo idea”. Hubo casi tantas respuestas como alumnos en ese salón. Cuando menos el 75 por ciento de esos estudiantes, hombres y mujeres, eran ex- misioneros. Me quedé sin habla por un momento, y me dí cuenta que la hora que pensé que se había ahorrado, en realidad se había multiplicado.
Durante los años recientes, he llegado a reconocer, como nunca antes, la importancia de ayudar a nuestros estudiantes, especialmente a las mujeres, a entender el sacerdocio y los privilegios asociados en su vida. Vivimos en un día y una época en que la igualdad, el poder, la imparcialidad y la tolerancia se promocionan por arriba de otras virtudes.  La identidad, la autoridad, la espiritualidad, y hasta Dios son temas de mucha confusión para gran parte de los jóvenes y de los adultos jóvenes. Como mujer miembro, maestra de seminario e instituto, profesora de religión en BYU, tía, y hermana, y habiendo servido en varios puestos en la Iglesia, que incluyen: Presidenta de Mujeres Jóvenes de Estaca; Presidenta de la Sociedad de Socorro; y capellán de educación superior SUD sin límites, he llegado a reconocer la fuerza e influencia y el poder que vienen como resultado de conocer y entender la doctrina del sacerdocio.
Muchas mujeres, que no conocen las bendiciones a las que tienen acceso, pasan por este viaje de la mortalidad sin obtener ventaja completa del banquete espiritual disponible para ellas, y por tanto minimizan la influencia que pudieran tener en los demás. Como resultado, algunas están descontentas con la Iglesia, sintiéndose subestimadas, no apreciadas, sin voz y no validadas. Muchas mujeres, con frecuencia nuestras misioneras que han regresado, tienen preguntas sobre sus experiencias recientes en el templo y la misión y están buscando explicaciones pero terminan confundidas por la variedad de respuestas que reciben, o por la falta de ellas. Aún así, los líderes de la Iglesia, están literalmente pidiendo a las hermanas “¡que den un paso al frente! Como nunca antes, ocupen sus puestos en el hogar, en la comunidad y en el Reino de Dios que les corresponden y que son necesarios.” [1] En lugar de alejarse de lo que algunos pueden percibir como temas polémicos o pasarlos a un segundo plano, los líderes de la Iglesia, hombres  mujeres, están enfrentando estos temas (tal como la mujer y el sacerdocio) y les están pidiendo a los miembros de la Iglesia, incluyendo—y especialmente—a los maestros de religión, que hagan lo mismo.
Por lo tanto, ¿cómo podemos nosotros, como maestros de religión, enseñar y dirigir eficazmente de manera que responda a la súplica del Presidente Russell M. Nelson, y ayude a nuestras estudiantes a sacar ventaja de sus privilegios del sacerdocio? Algunas posibles ideas son: Primero, humildemente tratar de entender por nosotros mismos las verdades relacionadas con el sacerdocio, en especial las más recientes enseñanzas de los líderes de la Iglesia. Segundo, entender las posibles razones por las cuales muchas mujeres están por abajo de esos privilegios. Tercero, estar conscientes de lo que podemos hacer como maestros de religión para ayudar a nuestras mujeres a sacar ventaja más completamente de sus privilegios del sacerdocio y luego ayudarles a actuar en base a ese conocimiento.
Es probable que nadie haya escrito más extensamente acerca de las mujeres en la Iglesia que Sheri L. Dew, que fue consejera en la Presidencia General de la Sociedad de Socorro. En su libro Women and the Priesthood: What One Mormon Woman Believes [Las Mujeres y el Sacerdocio: Lo que Cree una Mujer Mormona], ella da un descargo de responsabilidad, el cual resume mis sentimientos al escribir también sobre este tema. Ella escribe: “Primero, aún estoy aprendiendo.” [2] Segundo, ella reconoce que hay muchas cosas con respecto al sacerdocio que todavía no entiende. Tercero, ella reconoce que no puede complacer a todos, y que algunos en cualquier lado de la línea que marquen, se sentirán ofendidos. Cuarto, ni Sheri Dew ni yo nos hemos sentido marginadas por los miembros de la Iglesia, ambas reconocemos que las experiencias de muchas mujeres son muy diferentes. Quinto, me gustaría agregar que no deseo aparecer como una sabelotodo o que tengo el monopolio, o que me considero portavoz de la Iglesia o del SEI en este tema. He tenido muchas experiencias relevantes, y siento el deber de participar positivamente en la conversación.

¿Qué Ver​​dades Conocemos Con Respecto a las Mujeres y el Sacerdocio?

En años recientes, los líderes han puesto más énfasis a la relación de las mujeres y el sacerdocio. Como parte de esto están  los discursos dados por los miembros del Quórum de los Doce: El discurso innovador “Una Súplica a mis Hermanas” del  Presidente Russell M. Nelson en la conferencia general de noviembre de 2015; el discurso aclarador “Las Llaves y la Autoridad del Sacerdocio” del élder Dallin H. Oaks en la conferencia de abril de 2014,; el discurso del élder M Russell Ballard  "Pensemos   Correctamente” dado en el devocional de la Semana de Educación de BYU en 2013 y posteriormente titulado en la Liahona como “Los hombres y las Mujeres, y el Poder del Sacerdocio; y el discurso del élder M. Russell Ballard  “Women of Dedication, Faith, Determination, and Action [Mujeres de Dedicación, Fe, Determinación y Acción] en la Conferencia de Mujeres en BYU en el año 2015. Además está el discurso de la Presidenta General de la Sociedad de Socorro, Linda K. Burton,  “El Poder del Sacerdocio—A Disposición de Todos” en la Liahona de junio de 2014; el discurso de Julie B. Beck en BYU en el año 2012, “Why We Are Organized into Quorums and Relief Society” y el discurso de la Presidenta General de las Mujeres Jóvenes Bonnie L. Oscarson “ Levantáos en Fortaleza, Hermanas en Sión” en la Liahona de noviembre de 2016.  Ciertamente, se hace el llamado a los miembros de la Iglesia a entender mejor el sacerdocio, especialmente en lo que respecta a las mujeres. Las siguientes son algunas de las verdades que es vital entender y enseñar correctamente.
Para empezar, es muy importante entender que aunque las mujeres no son ordenadas a un oficio del sacerdocio en la mortalidad, sí pueden recibir la autoridad del sacerdocio, el poder del sacerdocio, y las bendiciones y los privilegios del sacerdocio.

Los ​​Hombres y las Mujeres Son Dirigidos por Quienes Poseen las Llaves del Sacerdocio

El Manual 2 de la Iglesia define las llaves del sacerdocio como “la autoridad que Dios ha dado a los líderes del sacerdocio para dirigir, controlar y gobernar el uso de Su sacerdocio en la
tierra.” [3] El élder Oaks explica: “Todo acto u ordenanza que se efectúa en la Iglesia se hace bajo la autorización, directa o indirecta, de uno que posea las llaves para dicha función.” [4] La autoridad del sacerdocio es dirigida por quienes poseen las llaves del sacerdocio.” [5]  “Los que poseen llaves del sacerdocio tienen derecho a presidir y dirigir la Iglesia en una jurisdicción.” [6] Jesucristo posee todas las llaves del sacerdocio que pertenecen a Su Iglesia, y confirió a los Apóstoles todas las llaves pertenecientes al reino de Dios en cada dispensación. Solamente el profeta está autorizado para ejercer todas las llaves del sacerdocio.
El Apóstol mayor, el Presidente de la Iglesia, es la única persona en la tierra autorizada para ejercer todas las llaves del sacerdocio. [7] Estas llaves son conferidas sobre los presidentes de templos, de misiones, de estacas y de distritos; sobre los obispos y los presidentes de rama y sobre los presidentes de quórumes.  “Esta autoridad para presidir sólo es válida en las responsabilidades designadas y dentro de la jurisdicción geográfica del llamamiento de cada líder. Cuando a los líderes del sacerdocio se les releva de su llamamiento, ya no poseen las llaves correspondientes al mismo.” [8] Los consejeros de los líderes del sacerdocio y de las organizaciones auxiliares no poseen llaves. Por tanto, relativamente pocos hombres poseen llaves del sacerdocio en un momento dado. Por ejemplo, en cualquier barrio, solamente un hombre posee las llaves para toda la congregación, que incluye a los hombres y las mujeres. (Los presidentes de los quórumes de diáconos, maestros y élderes tienen las llaves para presidir en sus quórumes respectivos, pero no en todo el barrio, y claramente, tampoco sobre las mujeres de su respectivo grupo de edad.) En cualquier estaca, solamente un hombre posee las llaves para toda esa congregación.

Las Mujeres, Así como los Hombres, Pueden Tener Autoridad del Sacerdocio

Las mujeres,  jóvenes o adultas, casadas o solteras, tienen la autoridad para actuar en sus llamamientos, bajo la dirección de uno que posea las llaves del sacerdocio, tal como los hombres. El élder M. Russell Ballard abrió la ventana para un entendimiento más amplio sobre quien tiene la autoridad del sacerdocio en la Iglesia. “Aquellos que tienen las llaves del sacerdocio. . . . hacen posible literalmente que todos los que sirven fielmente bajo su dirección ejerzan la autoridad del sacerdocio y tengan acceso al poder del sacerdocio.” [9]
Más adelante en su discurso, se refirió al papel de las mujeres con respecto al sacerdocio: “No estamos acostumbrados a hablar de que las mujeres tengan la autoridad del sacerdocio en sus llamamientos en la Iglesia, pero ¿qué otra autoridad puede ser? Cuando una mujer, joven o adulta,  es apartada para predicar el evangelio como misionera de tiempo completo, se le da la autoridad del sacerdocio para desempeñar una función del sacerdocio. Lo mismo sucede cuando una mujer es apartada para funcionar como oficial o maestra en una organización de la Iglesia bajo la dirección de quien tiene las llaves del sacerdocio. Quien funcione en un llamamiento oficial recibido de alguien que posea las llaves del sacerdocio ejerce la autoridad del sacerdocio en el desempeño de sus funciones asignadas." [10] Por tanto, si una estudiante es llamada y apartada como la presidenta del consejo del instituto, se le ha otorgado la autoridad del sacerdocio para realizar esa función. Cuando les enseño este concepto a mis estudiantes, a menudo pregunto: “Si una estaca está celebrando una reunión conjunta de los Hombres y las Mujeres Jóvenes, quien preside?”  “Quién tiene mayor autoridad en esa reunión, ¿el presidente de los Hombres Jóvenes o la presidenta de las Mujeres Jóvenes? Y ¿por qué?”   Debido a que ambos fueron llamados y apartados por uno que posee las llaves del sacerdocio [el presidente de la estaca], ambos tienen la misma autoridad del sacerdocio. Siendo que ninguno de ellos posee llaves para ese llamamiento, a menos que el poseedor de las llaves especifique otra cosa, ninguno preside sobre el otro. Sería oportuno que se turnaran al dirigir o presidir dichas reuniones.
Otro punto de vista referente a las mujeres y la autoridad del sacerdocio viene del discurso del élder  Ballard en la Conferencia de Mujeres en BYU en el año 2015. El élder Ballard amplió la idea de la autoridad del sacerdocio cuando citó varios ejemplos de mujeres del pasado y del presente que tuvieron o tienen funciones cruciales en la Iglesia. Dijo: “Ustedes están bautizadas en la Iglesia del Señor. Han recibido el don del Espíritu Santo, y muchas de ustedes han sido investidas y algunas de ustedes han sido selladas en la Casa del Señor. Al igual que las mujeres fieles del pasado, ustedes necesitan aprender a usar la autoridad del sacerdocio con la que han sido investidas para obtener todas las bendiciones eternas que serán de ustedes.” [11] Nótese que aquí el élder Ballard se refiere no solamente a la autoridad del sacerdocio que reciben las mujeres por sus llamamientos; sino de la autoridad del sacerdocio que viene por hacer convenios y guardarlos fielmente, con un fuerte énfasis en los convenios del templo.

Los H​​ombres y las Mujeres (Solteros o CasadosPueden Ser Investidos con Poder del Sacerdocio en el Templo

En el año 1833, el Señor le prometió a José Smith que en Su casa, los Santos, hombres y mujeres, serían investidos con “poder de lo alto.” [12] El élder D. Todd Christofferson confirmó así esta promesa:  “En todas las ordenanzas, en especial las del templo, somos investidos con poder de lo alto.” [13] Además, el élder M. Russell Ballard aclaró: “Cuando el hombre y la mujer van al templo, ambos son investidos con el mismo poder, a saber, el poder del sacerdocio.” [14] Y declaró también: “La investidura es literalmente un don de poder. Todas las personas que entran a la casa del Señor ofician en las ordenanzas del sacerdocio. Nuestro Padre Celestial es generoso con Su poder. Todo hombre y toda mujer tiene acceso a ese poder para recibir ayuda en su vida.” [15] Por tanto, ya sea soltera, casada con un cónyuge miembro activo, o uno inactivo, o con uno que no es miembro; viuda; o divorciada; todas los miembros dignos que han recibido su investidura tienen poder del sacerdocio. Por tanto, las mujeres, solteras o casadas tienen “poder del sacerdocio” en sus hogares. Los poderes y las bendiciones del sacerdocio pueden morar en el hogar independiente de las visitas de los maestros orientadores y otros líderes de la Iglesia. Por tanto, la pregunta en el recién publicado manual para el maestro de Doctrina y Convenios que dice: “¿Cómo pueden, quienes no tienen un poseedor del sacerdocio digno en sus hogares, recibir las bendiciones del sacerdocio?” quizás se podría expresar de manera diferente a fin de corregir el malentendido. ¿Podemos, como maestros, imaginarnos la fuerza que esta verdad da a nuestras hermanas solteras, a las que viven lejos del hogar porque trabajan, estudian, o están en la misión, pero que no tienen a un hombre en el hogar que haya sido ordenado a un oficio del sacerdocio?  ¿Podemos reconocer la seguridad futura que esto puede dar a una mujer joven recientemente divorciada que hizo y guarda los sagrados convenios del templo? ¿Podemos ver la forma en que esto puede afectar a una alumna de seminario que es criada por una madre soltera, o que vive en una casa donde no todos son miembros o algunos son inactivos?
La hermana Dew afirmó: “Las mujeres investidas y que guardan sus convenios, tienen acceso directo al poder del sacerdocio para su propia vida” [16] (y yo agregaría, y para quienes son su mayordomía). Luego ella pregunta: “¿Qué significa el tener acceso al poder del sacerdocio?” y responde: “Significa que podemos recibir revelación, ser bendecidas y auxiliadas por el  ministerio de ángeles, aprender a partir el velo que nos separa de nuestro Padre Celestial, ser fortalecidas para vencer la tentación, ser protegidas, y ser iluminadas para ser más inteligentes de lo que somos; y todo sin ningún intermediario mortal.” [17] ¿Cuál es el resultado más importante de este poder y cómo se recibe?  El Señor ha revelado que “el poder de la divinidad,” que incluye el poder de llegar a ser como Él, se manifiesta mediante las ordenanzas del sacerdocio. [18] Así que, hombres y mujeres pueden llegar a ser seres exaltados semejantes a sus Padres Celestiales.          

Las M​​ujeres y los Hombres Pueden Recibir Iguales Bendiciones (Privilegios) del Sacerdocio

Muchos tienen una idea limitada de las bendiciones del sacerdicio al pensar que solamente se pueden dar mediante la imposición de manos para sanar, dar bendiciones patriarcales, etcétera. En verdad, el sacerdocio brinda muchas bendiciones, quizás se entiendan mejor como privilegios, que vienen a todos los miembros al hacer y guardar convenios. Quienes poseen las llaves del sacerdocio abren la puerta para que todos los miembros de la Iglesia que hacen convenios con el Señor disfruten las bendiciones correspondientes. Por ejemplo, muchos aseguran correctamente que los poseedores del Sacerdocio de Aarón pueden recibir el “ministerio de ángeles.” Sin embargo, muchos no entienden que los poseedores del Sacerdocio de Aarón están entre los muchos que también reciben el ministerio de ángeles.  El élder Dallin H. Oaks explicó: “Los poseedores del Sacerdocio Aarónico abren la puerta a todos los miembros que participan dignamente de la Santa Cena para que disfruten de la compañía del Espíritu del Señor y del ministerio de ángeles”. [19] De igual manera, el élder Ballard enseñó: “Todos los que han hecho convenios sagrados con el Señor y que honran dichos convenios son dignos de recibir revelación personal, de ser bendecidos con el ministerio de ángeles, de comunicarse con Dios, de recibir la plenitud del Evangelio y, finalmente, de llegar a ser herederos junto con Jesucristo de todo lo que nuestro Padre tiene.” [20]  Por consiguiente, ¿no sería bueno asegurarse de que las Abejitas entiendan que ellas, al igual que los diáconos, también tienen derecho al ministerio de ángeles? El año pasado les enseñé esta verdad a casi doscientos estudiantes en BYU, y muy pocos la “¡habían escuchado antes!”
Dando una perspectiva más amplia, el élder Ballard enseñó: “Si bien la autoridad del sacerdocio se dirige a través de las llaves del sacerdocio, y éstas sólo las poseen varones dignos, [con responsabilidades específicas de liderazgo en el sacerdocio como se indicó más arriba,]  el acceso al poder y a las bendiciones del sacerdocio está al alcance de todos los hijos de Dios.” [21]Citando al Presidente Joseph Fielding Smih, el élder Ballard continuó: “Las bendiciones del sacerdocio no se limitan a los hombres solamente. Dichas bendiciones también se derraman sobre… todas las mujeres fieles de la Iglesia… El Señor ofrece a Sus hijas todos los dones y las bendiciones espirituales que pueden obtener Sus hijos” [22]
Entonces, parece ser sabio, que al hablar de algo tan importante como el juramento y el convenio del sacerdocio, que se encuentra en D y C 84: 33-44, las mujeres entiendan que ellas también serán bendecidas para “para recibir todo lo que mi Padre tiene.” Quizás sería bueno decirles a las mujeres que a medida que estén en la obra de su Padre, también son receptoras de las bendiciones de D y C 84: 88, en donde el Señor enseña: “Y quienes os reciban, allí estaré yo también, porque iré delante de vuestra faz. Estaré a vuestra diestra y a vuestra siniestra, y mi Espíritu estará en vuestro corazón, y mis ángeles alrededor de vosotros, para sosteneros.”   También es muy importante que a nuestras estudiantes se les ayude a entender las verdades específicas con respecto a la autoridad del sacerdocio, al poder del sacerdocio, a las bendiciones del sacerdocio y además su rol divino como hijas de un Padre y una Madre Celestiales.

Hay Una​ Madre en el Cielo

Otra verdad que muchas mujeres aprecian es la doctrina de que tenemos una Madre en el Cielo. Pero, muchos miembros de la Iglesia se sienten incómodos con este tema, pensando que es una especulación o una doctrina marginal. Recientemente substituí a un maestro en BYU que enseñaba el nuevo curso La Familia Eterna. Siendo que yo nunca había enseñado esa clase ni la había tomado, les pregunté a los estudiantes: “¿Qué han aprendido hasta ahora en el semestre que les ha impactado más?” De inmediato se alzo la mano de una joven. “El hecho de que tengo una Madre Celestial eterna y que no tengo por que sentirme apenada, avergonzada o ser discreta al respecto,” contestó entusiasmada. “¿Por qué es tan importante para usted?” le pregunté. “Saber que tengo una Madre Celestial me da algo mucho más real por lo cual trabajar, un legado del cual sentirme orgullosa, y un mejor entendimiento de quién soy ahora mismo. Siempre se nos ha enseñado que la vida eterna significa que lleguemos a ser y vivir como el Padre Celestial, Eso es muy bueno, pero ¡yo no soy hombre! Entiendo lo que están diciendo, pero me parece que tiene mas sentido ahora saber que estoy tratando de llegar a ser ¡como mi Madre Celestial!”
La Madre Celestial había llegado a ser a través de los años una especie de tema prohibido entre los Santos de los Últimos Días. Algunos dicen, entre otras razones equivocadas, que quizás las Autoridades Generales y el Señor no hablaron mucho sobre ella a fin de protegerla. Sin embargo, en una publicación en el año 2011, y vuelta a publicar en lds.org.  David L. Paulsen y Martin Pulido compilaron más de seiscientas citas (muchas de las cuales son muy recientes)  acerca de la Madre Celestial hechas por los profetas y apóstoles y otras autoridades de la Iglesia desde el año 1844. [23] El élder Jeffrey R. Holland, hablando como uno de los Apóstoles mayores, en la conferencia general de octubre de 2015, no solamente públicamente reconoció sino que hasta le dio gracias a nuestra Madre Celestial: “A la Madre Eva, a Sara, Rebeca, Raquel, María de Nazaret y a la Madre Celestial, les digo:” “Gracias por su función crucial de cumplir con los propósitos de la eternidad” [24]
En el año 2016, el élder M. Russell Ballard amonestó a los maestros de religión a “buscar   y disfrutar estas oportunidades de explicar, doctrinal y espiritualmente, por qué creemos que el conocimiento del gran plan de felicidad de Dios responderá a la mayoría de las preguntas ‘por qué’ que se nos puedan hacer ". Y continuó: “Expresar nuestra creencia en una vida premortal en la que vivimos como hijos espirituales de un Padre Celestial y una Madre Celestial nos permite explicar por qué fue creada esta tierra. Un propósito esencial de la vida mortal es que podemos reproducir esa experiencia familiar, solo que esta vez como padres y no sólo como los hijos.” [25]
Adicionalmente, en “La Familia: Una Proclamación Para el Mundo,” la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles declararon que: “Todos los seres humanos, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos.” [26]  Después de oír a José Smith enseñar la verdad con respecto a la Madre Celestial, Eliza R. Snow escribió en uno de nuestros himnos más queridos:
¿Hay en los cielos padres solos?
Clara la verdad está;
La verdad eterna muestra:
Madre hay también allá. [27]
Como maestros, ¿podemos imaginar las posibles implicaciones de la verdad de esa declaración, especialmente para las mujeres jóvenes que asisten a nuestras clases? Para muchas es una parte importante de la respuesta a las preguntas: ¿quiénes somos? ¿por qué estamos aquí? Y
¿hacia donde vamos? Por tanto no debemos rehuir, sino “buscar” y hasta “disfrutar” la oportunidad—especialmente como maestros del SEI—de ¡hablar de nuestra Madre Celestial! Al hacerlo así, seamos juiciosos al enseñar, siguiendo el modelo de Jesucristo, de que “oramos al Padre en Su nombre.” El Presidente Hinckley nos recuerda: “El hecho de que no oramos a nuestra Madre Celestial, de ninguna manera la minimiza ni la denigra.” [28] Para una comprensión mayor de este tema, LDS.org tiene un artículo aprobado por la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles, titulado “Madre Celestial.” [29]

Hay Semejanzas y Diferencias Entre Cómo Funciona el Sacerdocio en la Administración de la Iglesia y en la Familia

El élder Oaks explicó: “Mi padre falleció cuando yo tenía siete años. Yo era el mayor de tres hijos pequeños a los que nuestra madre viuda se esforzaba por criar. Cuando fui ordenado diácono, ella me dijo lo complacida que estaba por tener un poseedor del sacerdocio en nuestro hogar. Sin embargo, mi madre siguió dirigiendo a la familia, incluso el asignar quién de nosotros debía ofrecer la oración cuando nos arrodillábamos cada mañana para orar. Yo estaba perplejo, pues se me había enseñado que el sacerdocio presidía la familia. Debía haber algo que yo desconocía sobre la forma en que funcionaba ese principio.” Muchos al igual que el élder Oaks cuando era joven, están “perplejos” por la manera en que funciona el sacerdocio en la administración de la Iglesia y en la familia, quizás debido a que, como lo reconoció el élder Oaks, “rara vez se explica.” [30]
Como parte de las diferencias entre el sacerdocio en la administración de la Iglesia y en la familia, se incluyen: “las llaves,” “la duración,” “los límites geográficos,” y los “llamamientos y los relevos.” Quizás la diferencia más importante sea la de la “asociación.” El élder Oaks explica: “Una diferencia muy importante en el ejercicio de la autoridad del sacerdocio en la familia y en la Iglesia radica en el hecho de que el gobierno de la familia es patriarcal, mientras que el gobierno de la Iglesia es jerárquico,” con el esposo y la esposa actuando “como iguales.” [31]
En la Iglesia, el obispo preside en el barrio, con la ayuda de dos consejeros. Algunos han sugerido equivocadamente que de igual manera, el esposo preside solo, en tanto que la esposa es como sus consejeros. El élder L. Tom Perry, enseñó:
Recuerden, hermanos, que en su función de líder de la familia, tienen a sus esposas por compañeras. Desde el principio, Dios ha indicado a la humanidad que el matrimonio debe de juntar a marido y mujer en unión, por lo cual en la familia no hay presidente ni vicepresidenta. Ambos cónyuges trabajan juntos eternamente por el bien de la familia. Al liderar, guiar y dirigir a su familia, se unen en palabra, obra y acción. Se encuentran en igualdad de condiciones, y así, juntos y unánimes, avanzan en la planificación y organización. [32]\
¿Qué pasa cuando uno de los cónyuges fallece? El élder Oaks enseñó enfáticamente: “Al morir mi padre, mi madre presidió nuestra familia. Claro que no tenía el sacerdocio, pero al ser el progenitor que quedaba vivo, pasó a ser el oficial gobernante de la familia. Al mismo tiempo, siempre respetaba por completo la autoridad del sacerdocio de nuestro obispo y de los demás líderes de la Iglesia. Ella presidía su familia, pero ellos presidían a la Iglesia.” [33]

Las Mujeres Tienen un Rol Oficial y Crucial en la Iglesia

La hermana Bonnie L. Oscarson declaró en la conferencia general de octubre de 2016: “Todas las mujeres necesitan verse a sí mismas como participantes esenciales en la obra del sacerdocio. Las mujeres de esta Iglesia son presidentas, consejeras, maestras, miembros de consejos, hermanas y madres, y el reino de Dios no puede funcionar a menos que nos levantemos y cumplamos nuestros deberes con fe.” [34] Tanto los hombres como las mujeres son necesarios para obrar en la visión del Señor para “la salvación de las almas de los hombres.” [35] Esta obra de salvación incluye la obra misional de los miembros, la retención de conversos, la activación de los miembros menos activos, la obra del templo y de historia familiar, y la enseñanza del Evangelio,” [36] y el cuidado de los pobres y necesitados.
Cuando José Smith dio vuelta a la llave del sacerdocio en la reunión de mujeres efectuada en la parte superior de la Tienda de Ladrillo Rojo,  según el élder Oaks: “el profeta José Smith hizo a la Sociedad de Socorro parte oficial de la Iglesia y Reino de Dios, lo cual brindó a las hermanas nuevas oportunidades de recibir conocimiento e inteligencia de lo alto, por ejemplo, mediante las ordenanzas del templo que pronto habrían de instituirse.” [37] De hecho, José Smith declaró que las mujeres de la Iglesia habían sido organizadas según el modelo de la organización que existía antiguamente en la Iglesia. [38] Por tanto, la Iglesia no estaba completa sin la organización de la Sociedad de Socorro, tal como una familia eterna no está completa sin la unión de dos géneros dignos y rectos.

Las Piedras de Tropiezo

Confusión de Hombres y Mujeres con Respecto a las Verdades Fundamentales del Sacerdocio

Después de haber hablado con muchas mujeres que estaban luchando con sus testimonios, la hermana Dew concluyó: “A menudo la raíz de la confusión que algunos tienen sobre el evangelio viene de la combinación de una dieta constante de las filosofías del mundo yuxtapuestas contra una comprensión superficial del evangelio. La combinación es espiritualmente mortal.” [39] Tratando de no ser antipática, solamente recordaría que mientras más sepamos del tema, comprendemos mejor que no sabemos. Si nosotros, como maestros, todavía seguimos enseñando las verdades con respecto al sacerdocio que se encuentren en los archivos de hace más de diez años, o estamos citando a líderes que nuestros alumnos ni siquiera conocen, no les estamos haciendo ningún bien. Hace poco revisé los archivos que tenía para la enseñanza de D y C 84. Tenía dos pilas de papel, una azul y otra rosa. En la azul decía: “¿Qué puede usted hacer para usar su sacerdocio dignamente?” En la de color rosa decía: “¿Cómo ayuda usted a los jóvenes que conoce a que defiendan dignamente su sacerdocio?” Me sentí mal. No es que las preguntas fueran incorrectas, sino que, claramente, yo seguía perpetuando el problema y aumentando la confusión. Simplemente pude haberles preguntado a ambos sexos: “Según la sección 84, ¿qué bendiciones del sacerdocio reciben los miembros que hacen convenios y los guardan?” Yo había estado insinuando que el sacerdocio era solo para los hombres, y que las mujeres simplemente eran expectadoras o partidarias. Si lo hiciera otra vez, probablemente usaría los dos colores, pero en ambos haría la misma pregunta, solamente para reforzar el punto. Se nos ha dicho y se nos ha recordado una y otra vez que “¡los hombres no son el sacerdocio!” Si no estamos actualizados sobre las enseñanzas de los líderes de la Iglesia en este tema, estamos causando, a nuestros estudiantes y a nosotros mismos, un gran perjuicio al instigar y perpetuar la confusión.

La Idea Errónea de Que Sólo los Hombres Deben Saber Acerca del Sacerdocio

La hermana Linda K. Burton, Presidenta General de la Sociedad de Socorro, preguntó a las hermanas: “¿Cuál ha sido su experiencia o actitud anterior al escuchar o enseñara una lección sobre el sacerdocio? Sean  honestas. ¿Fue su primera reacción algo así como, ‘esto no se me aplica. Esto es para los hombres y los muchachos mayores de doce.’ O cuando usted ha leído sus escrituras y ha llegado a una parte que menciona el sacerdocio, ¿ha pensado, 'me voy a saltar esta parte. No necesito saber esto’?”  Ella enfatizó que las mujeres, al igual que los hombres, necesitan estar interesadas y preocupadas por el tema del sacerdocio. Y continuó: “Hermanas, no podemos ponernos de pie y enseñar esas cosas que nosotras mismas no entendemos y sabemos.” [40]  Es claro que mientras las mujeres de la Iglesia estudien más sobre el sacerdocio, reconocerán más la forma en que funciona el sacerdocio en su vida. Me permito sugerir que en nuestras clases, les pidamos a los hombre y mujeres por igual que contesten las preguntas, que expliquen las doctrinas, y participen en los comentarios con respecto al sacerdocio.

El Temor a Ser Etiquetada Como Feminista

Para muchos, la etiqueta feminista trae a la mente ideas o acciones de confrontación, algunas de las cuales pueden ser contrarias a las enseñanzas de Cristo.  Sin embargo, históricamente, el feminismo busca dar oportunidades iguales a las mujeres para empoderarlas a usar su albedrío sabiamente. Desde el comienzo de la Iglesia, los líderes de la Iglesia han buscado bendecir y dar oportunidades a las mujeres, usando el verdadero significado del feminismo. Como se citó en Hijas en Mi Reino, el Presidente Joseph F. Smith instruyó a las hermanas: “Ustedes no deben ser guiadas por las mujeres del mundo; ustedes deben . . . .dirigir a las mujeres del mundo en todo lo que sea digno de alabanza, en todo lo que sea divino, en todo lo que es edificante. . . . y purificador para los hijos de los hombres.” [41] Por experiencia personal, a las mujeres SUD se les han concedido oportunidades en y por asociación con la Iglesia. Esta asociación es incomparable en todo el mundo y producirá, en el mundo por venir, bendiciones eternas más allá de nuestra imaginación.

El Enfoque de “Todo Está Bién en Sión,” “No Tengo Problemas con Eso,” o “La Falsa Sensación de Seguridad”           

Al ser desafiadas para estudiar acerca del sacerdocio, algunas hermanas contestan ingenuamente: “No necesito estudiar el tema; no tengo problemas con eso,” insinuando que solamente necesitan estudiarlo las mujeres que “tengan un problema con eso.” ¡Nada más alejado de la verdad! Estas fieles hermanas son quienes necesitan estar preparadas para enseñar las verdades con respecto al sacerdocio. Si no lo hacen, ¿quién lo hará? ¿Quién contestará las preguntas de las mujeres jóvenes? ¿Quiénes serán los mentores de sus hijas y les ayudarán en las épocas difíciles (y que se nos ha dicho muchas veces que empeorarán) si no lo hacen las madres, las tías, las hermanas y las líderes de las mujeres? ¿Quiénes ayudarán a unificar a las hermanas del mundo con la verdad si las hermanas fieles y fuertes no saben ni entienden la doctrina verdadera?
No importa cuánto pensamos que sabemos acerca del evangelio, y especialmente del sacerdocio, obviamente hay mucho más que necesitamos aprender.

Ponerle a las Mujeres Límites que Realmente no Existen

Recuerdo que cuando era alumna de seminario le pregunté a un líder qué era lo que debía hacer para ser servir como maestra de seminario de tiempo completo.  Su respuesta fue “Lo lamento, pero no puedes.” “No tienen mujeres que enseñen tiempo completo.” Imagínense mi entusiasmo cuando fui contratada como maestra de tiempo completo en un seminario. Recuerdo que siendo maestra de tiempo completo en seminario pregunté si sería posible ser coordinadora en el costa este. “No,” fue la respuesta mal informada, “necesitas el sacerdocio para ser coordinador, especialmente en el este.” Otra vez, imagínense mi sorpresa cuando se me pidió que fungiera como director de instituto/coordinador de seminario en el área de Boston, Massachussets. Imaginen mi sorpresa cuando supe que yo sería Capellán SUD para Harvard y MIT. Equivocadamente, yo había supuesto que debía ser ordenada al sacerdocio para ocupar esa asignación. No me espantó el que tanto los miembros como los no miembros se sorprendieran por tener una mujer sirviendo como capellán. Francamente, ¡yo también lo estaba! No hubo cambio en las políticas, simplemente, ¡nunca había sucedido!. Finalmente, imaginen mi sentimiento de ignorancia cuando, una semana después de decirle a mi profesor postdoctoral en Harvard que las mujeres no podrían ser Presidentas de Universidades SUD, el Comisionado de Educación SUD me dijo que las Autoridades Generales le habían encargado específicamente al Comité que buscaba al siguiente Presidente de BYU que tomaran en cuenta a hombres y mujeres. [42] Es claro que algunos llamamientos en la Iglesia requieren la ordenación a un oficio en el sacerdocio, pero como líderes religiosos, debemos ser cuidadosos de no limitar a nuestras mujeres basándonos en la cultura, la historia, las percepciones falsas, las tradiciones, etc. etc. Las Autoridades Generales están pidiéndoles a las hermanas que hagan más, que enseñen más, que dirijan más. Sólo porque no haya pasado antes no significa que no pueda pasar en el futuro. Sugeriría que en vez de limitar, ¡demos poder!
Me acuerdo de un instructor de instituto que dijo que no llamaba a mujeres para ser presidentas de clase porque eso les enseñaba el principio equivocado con respecto a su lugar en la familia y en la Iglesia. Aunque creo que su intención era buena, no estoy convencida de que él mismo entendiera el liderazgo en la familia y la Iglesia.

La Preocupación de Que por Empoderar a las Mujeres, Estamos Degradando a los Hombres

Hay suficiente espacio para los miembros y líderes calificados de ambos sexos. A cada función se le han dado dones y talentos específicos. En vez de competir, la clave es unificar. El manual de la Iglesia declara: “La naturaleza masculina y femenina de los espíritus es tal que se completan el uno al otro.” [43] En una entrevista que le hice a Sheri L. Dew, ella declaró que “cuando  había un problema importante con una decisión, ella casi siempre sabía que un género o el otro se reunían por separado sin incluir a alguien del sexo opuesto. Tal vez el viejo proverbio "Tú me levantas y yo te levantaré, y subiremos juntos" podría ser de gran beneficio para comprender  los papeles masculino y femenino.

¿Qué Podemos Hacer?

Estar Al Corriente con Las Exhortaciones y las Súplicas Hechas por las Autoridades Generales y Los Últimos Discursos De las Líderes de las Auxiliares de Mujeres

El Presidente Russell M. Nelson, como Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles dijo: “¡El reino de Dios no está completo, ni puede estarlo, sin las mujeres que hacen convenios sagrados y los guardan; mujeres que pueden hablar con el poder y la autoridad de Dios!” Y continuó: “Necesitamos mujeres que sean devotas en pastorear a los hijos de Dios por la senda del convenio hacia la exaltación; mujeres que sepan cómo recibir revelación personal, que entiendan el poder y la paz de la investidura del templo; mujeres que sepan cómo invocar los poderes del cielo para proteger y fortalecer a los hijos y a la familia; mujeres que enseñen sin temor.”  Al continuar expuso: “[Necesitamos] mujeres que sepan cómo acceder al poder que Dios pone a disposición de los que guardan sus convenios, y mujeres que expresen sus creencias con confianza y caridad. . . . Son las mujeres convertidas y que guardan sus convenios. . . .  cuyas vidas rectas se destacarán cada vez más en un mundo que se deteriora y quienes, por ello, serán consideradas diferentes y singulares al hacerlo de una manera  feliz.” [44]
Maestros, el Presidente Nelson—el Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles—les está hablando a las mujeres, pero no en una Conferencia de Mujeres, sino en la ¡conferencia general! Es muy importante que, como maestros de religión, estemos actualizados en lo que los líderes religiosos piden que hagan las hermanas. Como lo hemos mostrado en este artículo, en los últimos cinco años, los miembros más antiguos del Quórum de los Doce Apóstoles les están hablando a las mujeres acerca de temas muy importantes y pidiéndoles que hagan más.¿Estamos actualizados y escuchando cuidadosamente esos discursos a fin de que podamos ayudar a las mujeres jóvenes a cumplir estos mandatos? Las citas de décadas pasadas, simplemente ya no son lo suficientemente buenas. Las doctrinas y los principios no han cambiado, pero sí han cambiado ¡las aplicaciones, las políticas y las invitaciones!

Ayudar a Todos los Miembros a Entender el Papel Importante de las Mujeres en la Obra del Sacerdocio

El élder Ballard les recordó a las mujeres de la Sociedad de Socorro que su “ámbito de influencia es único; los hombres no pueden duplicarlo. Nadie puede defender a nuestro Salvador con mayor persuasión ni poder que ustedes, las hijas de Dios, quienes poseen tan gran fortaleza y convicción interior. El poder de la voz de una mujer convertida es inconmensurable, y la Iglesia necesita sus voces ahora más que nunca.” [45]
La hermana Bonnie Oscarson declaró en la sesión de mujeres de la conferencia general de octubre de 2016: “Las mujeres de la Iglesia necesitan verse a sí mismas como participantes esenciales en la obra de salvación dirigida por el sacerdocio y no solo como espectadoras y seguidoras” [46]
¿Cuántas veces se les ha preguntado a las mujeres, especialmente al hablar del sacerdocio,
la forma en que pueden apoyar a los hombres en sus responsabilidades en el sacerdocio? ¿No se les debería hacer igual a los hombres con respecto a las mujeres?  Me dio mucho gusto, al observar a un maestro que, después de la conferencia general, preguntó que fue lo que se dijo no solo en la sesión del sacerdocio sino también en la reunión general de las mujeres. Felicitó a los hombres y a las mujeres por escuchar toda la conferencia. En su discurso, “Las Llaves y la Autoridad del Sacerdocio,” el élder Oaks reiteró la necesidad de que los hombres y las mujeres por igual entiendan el sacerdocio. Declaró: “Debido a que esos temas son de igual interés para hombres y mujeres, me complace que esta reunión se transmita y se publique para todos los miembros de la Iglesia.” [47]

Crear un Ambiente en el que Sus Alumnas se Sientan Cómodas al Hacer Preguntas 

Muchos maestros piensan que tienen un ambiente seguro en sus clase, pero no es así. Siendo que los miembros mas antiguos en el Quórum de los Doce Apóstoles y la Presidenta General de la Sociedad de Socorro les han pedido a las alumnas que comprendan mejor el sacerdocio, usted, como maestro, debería estar preocupado si las mujeres de su aula no están haciendo preguntas o participando en los comentarios sobre el tema. Más que sugerir las técnicas específicas (aunque me encantaría compartir con ustedes lo que yo hago ¡si lo desean!), los principios para crear un ambiente seguro para el aprendizaje son aplicables definitivamente en esta situación. Por ejemplo, felicitar a los alumnos cuando hacen preguntas bien pensadas, evitar los comentarios sarcásticos o de alguna manera degradantes, y tratar a los alumnos como enseña el élder Eyring: “como investigadores y no como escépticos.” [48]

Tratar de Ver las Cosas Desde la Perspectiva de Una Mujer y Ayudar a los Estudiantes a Hacer lo Mismo

Cada semestre batallo con los estudiantes que piden mejor calificación durante la semana de los exámenes finales, y les reitero mi política de “no hay créditos extra.” Sin embargo, este año, después de oír la invitación de la hermana Burton para “escudriñar, meditar, entender mejor el sacerdocio” y a que “memoricen el juramento y convenio del sacerdocio, que se encuentra en Doctrina y Convenios 84:33–44. Si lo hacen, les prometo que el Espíritu Santo expandirá su comprensión del sacerdocio y los inspirará y elevará de formas maravillosas,” [49] decidí cambiar mi política.
Ofrecí crédito extra a los estudiantes que aceptaran el desafío de la hermana Burton de memorizar el juramento y el convenio del sacerdocio y me lo recitaran en mi oficina. Este último semestre, hubo tres estudiantes que aceptaron mi ofrecimiento. Eran mujeres. La experiencia con ellas fue muy interesante. Cada una de ellas pasó el examen de las escrituras perfectamente, palabra por palabra. Después de que lo hicieron les pregunté qué significaba para ellas el juramento. La primera contestó con entusiasmo, “lo memoricé junto con mi hermano y me ayudó a saber como puedo ayudarlo a prepararse mejor para su misión.” La segunda dijo: “Me ayuda a ser una esposa de más apoyo a fin de poder ayudarle a mi esposo a ser un mejor maestro orientador y padre. Nos casamos este semestre, y nunca había puesto atención a eso, pero ahora que estoy casada con alguien que tiene [el sacerdocio] debo ser un poco más responsable.” La tercera contestó enseguida: “No lo se, ¡pero me dio una mejor calificación!” ¡Me gustó su honestidad! Después de escuchar a estas hermanas, comprendí que, hasta donde lo puedo decir, la única conexión que hicieron entre ellas y el juramento y convenio del sacerdocio fue la manera en que podían apoyar  a los hombres en su vida “que lo tenían”. Al escucharlas atentamente, no pude menos que preguntar: “Está bien, ¿pero que tiene que ver con usted? ¿Qué juramentos y convenios del sacerdocio ha hecho usted? ¿Qué bendiciones le ha prometido el Señor a usted?”          
Maestros, les hago la misma pregunta: ¿Qué tiene que ver el juramento y convenio del sacerdocio con las mujeres?  Somos claros al señalar que las bendiciones prometidas en este juramento y convenio se aplican a las mujeres así como a los hombres? ¿Las mujeres en su clase se preguntan si solamente los hombres son bendecidos para recibir, “el reino de mi Padre” y “todo lo que mi Padre tiene?” Si las mujeres, como se comentó anteriormente, reciben todas las bendiciones del sacerdocio, ¿no reciben también las promesas? ¿Sostenemos a la Presidenta General de las Mujeres Jóvenes al hablar bajo la Autoridad del Presidente Thomas S. Monson, y enseñar que las hermanas también pueden estar “armados con el poder de Dios y Su nombre estará sobre nosotros, Su gloria nos rodeará y Sus ángeles nos guardarán?” [50]
¿Le estamos dejando claro a las mujeres, para que no se consideren ciudadanos de segunda clase o tal vez incapaces de recibir todo lo que el Padre Celestial tiene? Repito, ¿es posible que algunas mujeres estén viviendo por abajo de sus privilegios porque no saben qué es lo que se les aplica y lo que no,  si no hay un maestro que pueda ayudar? [51]
Hay muchos motivos magníficos, inocentes y puros en nuestra enseñanza, y es común que enseñemos desde nuestra perspectiva. Recuerden, que al haber tantos maestros y escritores de textos que son varones, algunas veces nuestras mujeres y jovencitas muy raramente oyen el evangelio desde la perspectiva de una mujer, y algunas cosas que parecen obvias y claras para un hombre pueden ser confusas para una mujer. Por ejemplo, ¿pueden ver el porqué una estudiante se confundiría con un maestro que al explicar el tema de las mujeres y los hombres en la Iglesia escriba “poder” para los hombres y “nutrir” para las mujeres? Cuando enseñamos nos centramos en “presidir, proveer y proteger” y evitamos la parte sobre el “ayudarse el uno al otro como iguales” y criar a los hijos juntos en “amor y rectitud?” Nos queda claro, como maestros, lo confuso que es, especialmente a la luz de todo lo que nuestros líderes están enseñando actualmente? ¿Podemos entender lo confuso que es para algunas mujeres cuando los maestros declaran que el Sacerdocio de Melquisedec es un requisito para recibir la propia investidura? O cuando el tema de una clase es “las bendiciones para los poseedores del sacerdocio” y no se reconoce que todas las bendiciones que se dan a un hombre también se les dan a las mujeres?

Dar Credibilidad a las Líderes de las Mujeres

A través de los años, y por buenas razones, se ha dado mucho énfasis a las enseñanzas de los profetas vivientes. Sin embargo, si las líderes femeninas en la Iglesia han sido apartadas y se les ha dado la autoridad del sacerdocio para hablar tanto a los hombres como a las mujeres de la Iglesia, entonces parece ser crucial que a sus palabras se les de credibilidad, especialmente cuando hablan delante de uno que tiene llaves del sacerdocio. Fue muy ilustrativo para mí que en el discurso del élder Oaks “Las Llaves y la Autoridad del Sacerdocio,” él no solamente citó a la hermana Linda K. Burton sino que en sus notas también citó el libro de Sheri L. Dew Women and the Priesthood. ¿No podríamos seguir a  líderes como el élder Oaks? ¿Sería posible mostrar mas  fotografías de mujeres en los cursos de estudio que usamos y escribimos? Cuando hablamos del sacerdocio ¿mostramos fotos de Abejitas participando del sacramento o solamente de los hombres que lo reparten? Mostramos fotos de hombres y mujeres investidos con el poder del sacerdocio cuando salen del templo? A fin de poder romper los viejos hábitos, todo lo que se necesita es una percepción más elevada.

Incluir a las Mujeres en los Consejos, No Sólo de Nombre sino con Liderazgo

Dar a las hermanas, y también a los hombres, la oportunidad de servir en puestos de liderazgo incluyendo a los presidentes de clase y de consejo, Como el sutil recordatorio del élder Ballard: “cualquier líder del sacerdocio que no hace participar a las hermanas líderes con pleno respeto e inclusión, no honra ni magnifica las llaves que se le han dado. Su poder e influencia disminuirá hasta que aprenda la manera del Señor.” [52]

No Dar Respuestas “Autoritarias” a Preguntas a las que el Señor Mismo no ha Contestado

En varias ocasiones, el élder Oaks ha advertido a los miembros de la Iglesia a evitar responder a preguntas para las cuales el Señor no ha dado respuesta. “No cometamos el error que se ha hecho en el pasado. . . . de tratar de poner razones a las revelaciones. Esas razones, en gran parte, resultaron ser hechas por el hombre. Las revelaciones son las que sostenemos como “la voluntad del Señor y ahí es donde está la seguridad.” [53]
El élder Ballard dio un ejemplo perfecto de esto cuando enseñó: “¿Por qué se ordena a los hombres a los oficios del sacerdocio y a las mujeres no? . . . . El Señor no ha revelado por qué ha organizado Su Iglesia como lo ha hecho.” [54] En ese mismo tema, a los maestros del SEI nos amonestó a: “no transmitir rumores sin fundamento que promuevan la fe, o el entendimiento obsoleto y las antiguas explicaciones de nuestra doctrina y prácticas. Siempre es bueno estudiar las palabras de los profetas y apóstoles vivientes;  estar al corriente en los asuntos, las políticas y las declaraciones actuales de la Iglesia por medio de lds.org; y consultar las obras de los eruditos reconocidos, reflexivos y fieles SUD para que se aseguren que no enseñan cosas que no son ciertas, obsoletas o peculiares.” [55]  Recuerden que, “no lo se,” en realidad es la mejor respuesta, pero al decirlo, debemos escudriñar diligentemente acerca de la luz o la fe para ayudar, a los estudiantes y a nosotros mismos, a conocer la verdad divina.

Ayudarles a Entender el Sacerdocio Por Sí Mismas

Es muy importante ayudar a las hermanas a sentirse confiadas en su habilidad para estudiar y aprender de las escrituras, especialmente lo que se refiere al sacerdocio y el templo. Si nosotros, como maestros, podemos ser una guía que les acompañe en vez de ser un erudito en el estrado, les ayudará a las hermanas a llegar a ser auto-suficientes espiritualmente. Algunas de las escrituras que podemos usar para guiar a nuestras alumnas incluyen, pero no se limitan a las secciones 2, 13, 20, 76, 84, 95, 107, 110, 121 y 124 de la Doctrina y Convenios; así como Alma 13. Quizás hay que recordarles que “de aquel a quien mucho se da, mucho se requiere” [56] y que un tema tan importante requerirá de su parte un gran esfuerzo y paciencia. No podemos sobre enfatizar la importancia de asistir al templo con el propósito de buscar fielmente las respuestas y especialmente para las preguntas inspiradas.
El élder Bruce R. McConkie instruyó: “Esta doctrina del sacerdocio—desconocida para el mundo y poco conocida aún en la Iglesia—no se puede aprender solamente en las escrituras. No se encuentra, salvo pocas excepciones, en los sermones y las enseñanzas de los profetas y Apóstoles. La doctrina del sacerdocio se aprende solamente por revelación personal. Viene línea por línea, precepto por precepto, por el poder del Espíritu Santo a quienes aman y sirven a Dios con todo su corazón, alma, mente y fuerza.” [57]

Ay​udar a las Mujeres a Estar Unidas en sus Esfuerzos

Reconociendo que mi asignación aunada a mis antecedentes me colocarían en una posición única para trabajar con las mujeres, especialmente en la Iglesia, una de las mujeres que presiden en la Iglesia me dio algunos consejos sabiosEntre otras cosas, me animó a encontrar caminos para unificar a las hermanas, buscando las cosas afines y construyendo puentes a lo largo del camino. Por ser líderes religiosos, les animaría a que hiciéramos lo mismo, especialmente con nuestras alumnas. El mundo se está haciendo más divisorio y cínico. Las mujeres, de muchas maneras, están siendo enfrentadas entre sí, las opiniones son fuertes y las emociones son profundas. Imaginen la influencia que nosotros, como maestros, podríamos ejercer si pudiéramos ayudar a las hermanas a reconocer la fuerza que viene mediante las mujeres fieles trabajando unidas por la causa de Cristo. Imaginen la gran influencia que nosotros, como maestros de religión, podríamos tener hacia la rectitud si podemos ser instrumentos en las manos del Señor para unificar a estas mujeres justas, armadas con el poder del cielo, con poseedores dignos del sacerdocio sirviendo en el gran mandato del Señor.

Ayu​​dar a las Mujeres a Entender que es Su Tiempo para Actuar

Imaginen la influencia para el bien en este mundo si pudiéramos ayudar a las hermanas a ver que ellas, al igual que Esther, han sido reservadas  “para esta hora” [58]  Y que ellas en lo individual, y unidas en un todo, son necesarias para  guiar, no para seguir, a la mujeres del mundo. De hecho, podríamos ayudarles a preparar el escenario para ¡milagros inconmensurables!

Conc​​lusión

El 17 de marzo de 1832, en el piso superior de la Tienda de Ladrillo Rojo en Nauvoo, Illinois, después de haber sido elegida como presidenta de la Sociedad de Socorro Femenil, Emma Smith declaró: “Vamos a hacer algo extraordinario. . . . Esperamos muchas oportunidades y llamados urgentes”. Estos llamados urgentes hasta “súplicas,” han llegado a las hermanas de parte de los líderes de la Iglesia, durante los últimos cinco años como nunca antes. Si como maestros de religión entendemos mejor las verdades asociadas con el sacerdocio, reconocemos las posibles razones del por qué algunas mujeres están viviendo por abajo de sus privilegios, y si somos conscientes del conocimiento, y actuamos en base a el, que obtenemos con respecto a ayudar a nuestras alumnas a tomar las ventajas completas de sus privilegios del sacerdocio, nosotros podremos, como lo declaró el élder M. Russell Ballard, “hallar el gozo y la paz que viene al saber que mediante [nuestra] enseñanza hemos tocado una vida, hemos edificado a uno de los hijos del Padre Celestial en su jornada para que un día pueda ser abrazado en Su presencia.” [59]



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