Bendiciones de Salud dadas por Mujeres: Cuando y Por Qué Dejó de Hacerse



En los primeros días de la Iglesia, no era raro que las mujeres participaran en bendiciones de salud (Véase el Ensayo de Temas del Evangelios  de la Iglesia "Enseñanzas de José Smith sobre el Sacerdocio, el templo y las mujeres"). De hecho, para 1880, las mujeres habían  desarrollado un ritual para ayudar a aquellas que estaban a punto de dar a luz, a menudo lo llamaban "lavamiento y unción previo al parto" (The First Fifty Years of the Relief Society, 539).

Naturalmente, surgieron muchas preguntas dentro de la Iglesia sobre el papel de las mujeres que administraban estas bendiciones. Un libro  publicado por la Iglesia, "The First Fifty Years of the Relief Society", detalla el rol de las mujeres en la formación de la Iglesia y el comienzo de la Sociedad de Socorro. Los contenidos de este volumen presentan muchos documentos de historia de la Iglesia anteriormente inéditos e importantes que arrojaron luz sobre estas prácticas tempranas.

Y aunque hay muchos documentos nuevos dentro del libro, esta no es la primera vez que los líderes de la Iglesia abordan el tema. Aquí presento algunos de los puntos de vista del libro "The First Fifty Years of the Relief Society" y otras fuentes de la Iglesia.

Bendición de Salud

En una reunión con la Sociedad de Socorro en Nauvoo, el 28 de abril de 1842, la minuta de la reunión registra las instrucciones del  profeta José Smith sobre las mujeres con respecto al sacerdocio y las bendiciones de salud: “Con respecto a la imposición de manos femenina, él también comentó, no puede existir ningún mal al hacerlo si Dios dio su aprobación para sanación; no hay pecado en  cualquier mujer que impone sus manos sobre los enfermos como no lo hay en mojar la cara con agua; no es pecado para ninguna hacerlo, si se tiene fe, o si el enfermo tiene fe para ser sanado por la administración". (The First Fifty Years of the Relief Society, 55).

En los primeros días de la Iglesia, muchas hermanas de la Sociedad de Socorro vieron estas bendiciones como una extensión de su llamado a servir y ministrar a los enfermos y afligidos. Estos primeros santos entendieron el don de sanación "principalmente como enseña el Nuevo Testamento, que era uno de los dones del espíritu disponible para los creyentes por medio de la fe." ("Enseñanzas de José Smith sobre el Sacerdocio, el templo y las mujeres")

Como resultado, muchas mujeres en el siglo XIX usaron su fe para bendecir a los enfermos, pero, como lo explicó la presidenta general de la Sociedad de Socorro, Eliza R. Snow en 1883, "Las mujeres pueden bendecir en el nombre de Jesús [mediante su fe] pero no en virtud del sacerdocio" ("Enseñanzas de José Smith sobre el Sacerdocio, el templo y las mujeres")



Debido a que estas bendiciones fueron administradas por el poder de la fe, no por la autoridad del sacerdocio, las hermanas no necesitaban ser apartadas para participar en tales prácticas. Sin embargo, surgió cierta confusión porque las mujeres en ocasiones fueron apartadas para bendecir a los enfermos, "aunque este apartamiento no era visto como un requisito previo" (The First Fifty Years of the Relief Society, 539).

Eliza R. Snow aclaró este hecho en una carta publicada en Woman's Exponent, donde respondió a algunas de las preguntas comunes de las hermanas en la Iglesia:

"¿Es necesario que las hermanas sean apartadas para oficiar en las sagradas ordenanzas de lavamiento, unción e imposición de manos para la administración de los enfermos?

Ciertamente no es necesario. Todas y cada una de las hermanas que honran sus santas investiduras, no solo tienen el derecho, sino que deberían sentirlo como un deber, siempre que se les pida administrar a nuestras hermanas en estas ordenanzas que Dios ha asignado gentilmente a Sus hijas así como a Sus hijos; y testificamos que cuando se administra y se recibe con fe y humildad, son acompañados con un poder extraordinario.

Puesto que Dios nuestro Padre ha revelado estas ordenanzas sagradas y las ha entregado a Sus santos, no es solo nuestro privilegio sino nuestro deber imperioso aplicarlos para el alivio del sufrimiento humano. Creemos que podemos decir con seguridad que miles pueden testificar que Dios ha aprobado la administración de estas ordenanzas por nuestras hermanas con las manifestaciones de su influencia sanadora".

Lavamiento y unciones

Si se toma fuera de contexto, la cita mencionada de Eliza R. Snow puede generar cierta inquietud para los miembros de la Iglesia. Es importante notar que el "lavamiento y unción" a la que se refiere la Hermana Snow aquí no es la misma que ahora ocurre dentro del templo, sino que se refiere a la práctica cultural de esa época del ritual del lavamiento de las mujeres antes de dar a luz. Esta fue simplemente otra forma de ministrar a los necesitados mediante la fe.

En 1888, la Hermana Emmeline B. Wells buscó más aclaraciones del Presidente Wilford Woodruff sobre este asunto, y su respuesta se convirtió en referencia y guía durante años para la Presidencia de la Sociedad de Socorro y los líderes locales (The First Fifty Years of the Relief Society, 540). En él, dijo:

"Para comenzar, deseo decir que la ordenanza del lavamiento y unción es una que solo debe administrarse en los templos u otros lugares sagrados que están dedicados con el propósito de otorgar investiduras a los santos. Esa ordenanza no debe administrarse a cualquiera, ya sea que ella haya recibido o no recibido sus investiduras, en cualquier otro lugar o bajo cualquier otra circunstancia.

Pero me imagino por tu pregunta que te refieres a una práctica que ha crecido entre las hermanas de lavar y ungir a las hermanas que se acercan a su parto. Si es así, esto no es, estrictamente hablando, una ordenanza, a menos que se haga bajo la dirección del sacerdocio y en relación con la ordenanza de la imposición de manos para la restauración de los enfermos.

No hay nada de malo en las hermanas lavando y ungiendo a sus hermanas de esta forma, en las circunstancias que usted describe; pero debe entenderse que lo hacen, no como miembros del sacerdocio, sino como miembros de la Iglesia, ejerciendo fe y pidiendo las bendiciones del Señor sobre sus hermanas; tal como ellos y cada miembro de la Iglesia podría hacer por los miembros de sus familias" (The First Fifty Years of the Relief Society, 541-542).

¿Por qué ya no se practica?



Entonces, ¿Por qué las mujeres en la Iglesia ya no practican las bendiciones de salud y otros rituales para ministrar a los enfermos?

A principios del siglo XX, los miembros de la Iglesia comenzaron a alejarse de esta práctica. En 1923, el presidente Heber J. Grant notó que en muchas estacas comenzaban la práctica de lavamiento y unción con aceite al enfermo por las mujeres, luego llamaban a los élderes para confirmar su unción. "No podemos ver consistencia [en esta práctica]", dijo el presidente Grant (The First Fifty Years of the Relief Society, 540, pie de nota 329).

Fue durante esta época que los líderes de la iglesia comenzaron a alentar a los miembros a seguir la dirección del Nuevo Testamento de recurrir a los élderes. "Las Escrituras nos dicen que se ha de llamar a los élderes, que poseen el sacerdocio de Dios y tienen el poder y la autoridad para bendecir a los enfermos en el nombre de Jesucristo" ("Enseñanzas de José Smith sobre el Sacerdocio, el templo y las mujeres")

Estas declaraciones influyeron más tarde en Joseph F. Smith para escribir a la Presidencia General de la Sociedad de Socorro en 1946, esbozando las pautas que desde entonces se han convertido en el estándar para nuestra Iglesia:

"Si bien las Autoridades de la Iglesia han determinado que es permisible, bajo ciertas condiciones y con la aprobación del Sacerdocio, que las hermanas laven y unjan a otras hermanas, sentimos que es mucho mejor para nosotros seguir el plan que el Señor nos ha dado y mandar a los Élderes de la Iglesia que vengan ellos y administren a los enfermos y afligidos" (The First Fifty Years of the Relief Society, 541, pie de nota 329).

Este artículo fue escrito por Danielle B. Wagner y publicado en ldsliving.com con el título "Mormon Women Giving Blessings: Everything You Need to Know" 

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Hernán Felipe Toledo

Ingeniero, viajero, creador de comunidades y amante de difundir inspiración. Actualmente sirve en una Presidencia de Estaca.

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  1. Durante el tiempo de mi misión una hermanita me contó que en una ocasión una de sus hijas se puso muy mal y era de noche, ella se encontraba sola y con mucha desesperación. En esta circunstancia le puso sus manos en la cabeza de su hija e hizo una oración, luego su hija se tranquilizó y pudo dormir plácidamente. Me preguntó la hermana: hice bien en darle esa bendición a mi hija? Entonces le dije: hermana cuando hay fe todo se puede en cambio cuando dudamos sucunbimos en la desesperación.

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