Coronavirus: Qué Aprendemos de la Biblia y las Experiencias Misionales Actuales



Por José Verano Silvera

Mientras que en todas partes del mundo se despliega la alerta por el COVID-19 (Coronavirus) y los gobiernos hacen preparativos por lo que advierten podría llegar a ocasionar una de las crisis de salud pública más grandes de los últimos años, es tal vez útil recordar el paralelismo que nos ofrecen algunos pasajes de las escrituras respecto a enfermedades y plagas registradas siglos atrás, y cómo han respondido algunos santos en la actualidad ante situaciones adversas.

El relato de las diez plagas de Egipto por ejemplo, es de los que podemos extraer valiosas enseñanzas y advertencias:

Jehová encomendó a Moisés la misión de liberar a su pueblo de la esclavitud, por lo que junto a  Aarón su hermano fueron a solicitárselo al faraón, este respondió: ¿Quién es Jehová? y luego decidió aumentar injustamente las ya pesadas cargas de trabajo a los Israelitas. Seguido a esto el Señor le da poder a Moisés para afligir a Egipto con una serie de plagas. Si bien es cierto la mayoría de estas recayeron directamente sobre el faraón y su pueblo, la que ocasionó la muerte de los primogénitos no hizo distinción alguna, solo una advertencia que el pueblo de Israel debía considerar para su protección, de lo contrario correrían con la misma suerte.

El Señor dijo a través de Moisés que su pueblo debía teñir con la sangre de un cordero joven y sin mancha el marco de la puerta de cada casa, además dio otras instrucciones muy precisas de lo que se debía hacer durante esas horas previas a la medianoche y aún por la mañana:

“Pues yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré de muerte a todo primogénito en la tierra de Egipto, tanto de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios contra todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. 
Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto. 
Y habréis de conmemorar este día, y lo celebraréis como fiesta solemne a Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis" Éxodo 12: 13-14.
Actualmente muchas personas, incluidos varios de los que dirigen naciones parecen decir también como Faraón: "¿Quién es Jehová?". Podemos ver a veces como se imponen mayores cargas y persecución no solo a los que creen en Cristo sino a toda persona que deseé hacer realmente el bien. La corrupción intelectual (recordemos que Egipto era una potencia en ciencia y economía en aquella época) amenaza la libertad religiosa cada cierto tiempo alejándonos de verdades elementales que solo están disponibles en la doctrina de Cristo.


El presidente Russell M. Nelson en un reciente mensaje nos ha recordado la promesa del Salvador “Yo el Señor estoy obligado cuando hacéis lo que os digo”, y ha instado a escudriñar las escrituras en el hogar, y tal como Moisés a su pueblo, prepararnos para cuando las enfermedades nos acechen fortaleciendo nuestra fe en Jesucristo. También nos ha invitado a servir a nuestros semejantes según nuestras posibilidades, me imagino a los Israelitas en aquel día comunicándose unos a otros el mensaje del Señor, recordando con sincera preocupación a sus vecinos teñir el marco de su puerta, repasando las palabras de Moisés, entrelazándose en amor y esperanza genuina ante la dureza de corazón del faraón y la proximidad de la muerte. Hoy podemos con ese mismo espíritu (y más la tecnología disponible) fortalecer a nuestra familia y a los que amamos.


Muy pronto, en tan solo unas semanas, tendremos la Conferencia General para la que se nos pidió prepararnos por ser “Diferente de cualquier conferencia anterior”, la veremos desde nuestros hogares y será muy cercana a la Pascua de Resurrección y a aquella pascua Judía que significó la final liberación del pueblo de Israel, si hacemos cuentas precisamente en días como estos las plagas de Egipto estaban atribulando la ciudad.

En la Biblia también han quedado registrados tiempos en lo que enfermedades altamente contagiosas como la lepra, hacían necesario permanecer en observación y aislados para evitar contagios. Curiosamente también durante catorce días, como hoy se recomienda en casos de sospecha de Coronavirus.
“Y si en la piel de su carne hay mancha blanca, pero no parece más hundida que la piel, ni su pelo se ha vuelto blanco, entonces el sacerdote encerrará al llagado durante siete días. 
Y al séptimo día el sacerdote le mirará; y si la llaga a su parecer se ha detenido y no se ha extendido en la piel, entonces el sacerdote le volverá a encerrar por otros siete días.”
Levítico 13: 4-5
También el término “Cuarentena” (cuarenta días), tomado en la actualidad para referirse al periodo de reclusión necesaria que empieza a decretarse en varios países por precaución, tiene su origen en experiencias bíblicas, tales como el tiempo de aislamiento que requerían las mujeres luego del parto (Levítico 12: 2-4), los cuarenta días que pasó Moisés en el monte Sinaí (Éxodo 24:18), los días que el profeta Elías tomó viajando al mismo monte para recibir instrucción del Señor, y el tiempo que Jesucristo ayunó retirándose al desierto en preparación para su ministerio terrenal (Jesús el Cristo Cáp. 10 - Las tentaciones de Cristo). En todas estas experiencias los resultados deseados eran recuperarse o recibir fuerzas mediante instrucción divina.


Los miembros de uno de los países más golpeados por la crisis política como lo es Venezuela, nos llenan de esperanza al darnos un ejemplo de lo que probablemente suceda al obedecer el consejo inspirado de nuestros líderes en tiempos de tribulación.

Debido a la agitación política que tuvo consecuencias lamentables en la sociedad venezolana, muchos miembros emigraron a otros países; varios de ellos líderes, Obispos, Presidentes de Estaca, Líderes de la sociedad de socorro, Primaria, etc. Dejando las Capillas con la asistencia notablemente disminuida y la natural tristeza de despedirse de amigos de años y familiares, que no tuvieron otra opción que partir.

Además por la agitación diaria en las calles, los misioneros de nacionalidad extranjera fueron retirados del país y a los de nacionalidad venezolana se les dio la instrucción de permanecer en las casas por seguridad y durante largos períodos de tiempo. Es decir, habían capillas con poca membresía, con líderes nuevos y sin misioneros que puedan ayudar compartiendo el Evangelio y encontrando personas para enseñar.

Fue especial para mí escuchar la experiencia de sus misiones, en especial de una, la Misión Venezuela-Barcelona, una de las autoridades que presidía una reunión en la que me encontraba comentó que había ocurrido un milagro en ese país. Cuando los misioneros pudieron volver a las calles, los bautismos aumentaron con sorprendente rapidez, e incluso llegaron a superar a la cantidad de hermanos que habían tenido que viajar a otros países, lo mismo ocurrió con la asistencia, las capillas tenían miembros antiguos fortalecidos y conversos recientes sirviendo también en llamamientos con un testimonio poderoso. La misión en corto tiempo había duplicado la cantidad de bautismos respecto a años anteriores.



¿Qué sucedió?

Lo que propició el milagro (en pocas misiones del mundo se duplican los bautismos con tanta rapidez) fue un fenómeno espectacular. Con líderes recién llamados, sin misioneros proselitando y todavía atravesando conflictos sociales en el país, los miembros llegaron a comprometerse con la obra misional de maneras celestiales, dignas de Alma y los hijos de Mosíah, asumieron la responsabilidad entera de compartir el evangelio y traer almas a Cristo, los misioneros por su parte apoyaban por teléfono con asignaciones e instrucción acerca de “Predicad mi Evangelio”, fue un ejemplo contundente y perfecto de lo que siempre se nos ha requerido como miembros hacer en la obra misional: "vivir y compartir el evangelio a toda persona".

Es así que cuando los misioneros pudieron volver a proselitar se encontraron con muchas referencias de miembros, investigadores con varias asistencias a las reuniones que habían sido invitados por amigos, con la lectura del Libro de Mormón bastante avanzada y con hermanos en la Iglesia listos para verlos dar el siguiente paso: El bautismo y la Confirmación. Recordé mi época de misionero, la felicidad que trae ver a una persona cambiar su vida, me imaginé el gozo que debieron haber sentido los misioneros al lado de esos miembros.

La adversidad originó el progreso espiritual, la prueba de fe los fortaleció y como consecuencia natural su ánimo continuó hasta más allá del bautismo de sus amigos: Tenían planes para ayudarlos a perseverar hasta el fin.

Ayudados por la iniciativa que el Presidente Hernández (Presidente de la misión) comentó se puso en marcha, la que llamaron "La Bautiretención” (muy práctica y basada en los objetivos del plan de Área) cada miembro tomó una asignación con los conversos recientes, abrigando espiritualmente esos primeros pasos dentro del Evangelio. Me comuniqué hace unos días con la Misión y tuve respuesta de la Hermana Hernández quien luego de confirmarme amablemente la información a la que los líderes llamaban el milagro de Venezuela, me escribió una frase con la que me quedo y me gustaría compartir:

“El Señor ha decidido bendecir a Venezuela, y ante la diáspora, el Señor está levantado posteridad”.

Que el Señor bendiga a ese país y a su gente donde quiera que estén, por ayudarnos con anterioridad a ver las promesas cumplidas en los hijos fieles de nuestro Padre Celestial, en medio de la adversidad.

Un tiempo para ser mejor



Nuestra situación mundial dicta fortalecernos física y espiritualmente, ser obedientes a las palabras de nuestro líderes y seguir su consejo, y en tiempos en los que los misioneros no podrán estar cien por ciento presentes (ya varias misiones pusieron en resguardo a sus misioneros debido a los riesgos del Coronavirus) realizar la labor de velar por nuestro prójimo con todo lo que tengamos disponible.

En las escrituras encontramos múltiples “claves” -como le gustaba decir al profeta José- claves para poder comprender nuestra existencia pasada, presente y futura, el reino de Dios, sus misterios, carácter, la razón de ser de todas las cosas. Algo así como el código del creador, aquello que solo Él sabe de su obra y nos comparte sutilmente, como un silbo apacible para aquellos que están dispuestos a escuchar con obediencia y además con sed de verdad. Una de ellas es que la adversidad es necesaria para progresar, que precede grandes cosas, que nos remece para sacar lo mejor de nosotros, que incluso antecede al arte, que muchas veces es el camino a la gloria temporal y eterna, a esa ventana que nos muestra lo imperecedero, lo que ha sido y siempre será.

Sin oposición es casi imposible desarrollar fe y sin fe es imposible llegar a conocer a Dios, estas épocas en las que el Señor en su presciencia ha provisto a su pueblo de un profeta que tiene la medicina como profesión, debemos tener la firme esperanza de un mundo mejor (Éter 12:4), y como diría Luther King quien además era pastor cristiano: "Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo hoy todavía plantaría un árbol". Quizás de esto se trate, de aún cuando no podamos ir a la Iglesia, deseemos vivir en casa las cosas buenas que ahí hacemos; que aún cuando no podamos estar juntos, nuestro espíritu se encuentre en comunión con nuestros hermanos y los ministremos; que hagamos cosas que no estamos obligados a hacer pero que podemos hacer, hasta que se vuelva algo natural en nosotros servir; y entonces cuando el Señor nos llame a su derecha para recompensar nuestras buenas obras y diga: "Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis...". No tengamos idea del momento exacto porque no lo hicimos jamás solo para ser vistos por Él, y así como no recordamos cada vez que tomamos desayuno, le preguntemos como dice en las escrituras... ¿Cuándo lo hicimos Señor?


Fuente: Artículo de José Verano Silvera




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Hernán Felipe Toledo

MBA, Ingeniero, viajero, creador de comunidades y amante de difundir inspiración. Actualmente sirve en la Presidencia de Estaca.

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