¿Por qué algunos Abandonan la Iglesia y Nunca Regresan?




traducido por Hernán Felipe Toledo

Recientemente, me pidieron que hablara en la sesión de liderazgo de la conferencia de mi estaca con respecto a mis experiencias de haber dejado la iglesia durante tantos años y sobre mi reciente decisión de regresar. Decidí aprovechar esa oportunidad para enseñar una lección a la comunidad SUD sobre cómo tratamos a los que deciden abandonar la iglesia. Lo que sigue es una adaptación del mensaje.


...

Me gustaría compartir con ustedes mi experiencia al dejar la iglesia durante varios años y mi reciente decisión de regresar.

Quizás se sientan muy expectantes, y piensen que les voy a contar el ingrediente secreto para traer a sus seres queridos de regreso al redil. Les aviso que esa no es mi intención.

Mi objetivo al hablar con ustedes hoy no es mostrarles cómo reavivar el testimonio de alguien o cómo quitarle las dudas. Por el contrario, quiero compartir lo que yo y los demás sentimos al salir de la iglesia, independientemente de la razón para irnos.

Los invito a tener un corazón abierto al leer este artículo ya que encontrarán partes que quizás les despierten sentimientos de actitud defensiva o frustración. Si esto les sucede, les invito a mirar en su interior y preguntarse: “¿por qué estoy sintiendo esto?”


Por qué las personas se alejan

Las personas dejan la iglesia por muchas razones. Algunos han sido profundamente lastimados u ofendidos por otros miembros de la iglesia, Algunos se han sentido desilusionados o traicionados por la iglesia debido a la inexactitud de la historia de la iglesia. Algunos han sido profundamente heridos por las acciones de los líderes o las políticas oficiales de la iglesia que afectan a las personas que aman. Otros dudan debido a las acciones imperfectas de nuestro profeta fundador, José Smith. Y muchos, simplemente sienten que no encajan…

Independientemente de por qué la gente se aleja, es lo que experimentan al irse lo que a menudo hace que nunca quieran regresar. De eso es lo que quiero hablar hoy.

Si tú nunca te has alejado de la iglesia, quizás no puedas comprender mi experiencia. Debes entender que es casi imposible abandonar la iglesia así como así. Para la mayoría de nosotros, la iglesia es parte de todo lo que somos. Es parte de nuestro carácter e identidad. El mundo de la Iglesia está involucrado en nuestros valores morales, nuestras relaciones familiares y nuestras amistades.

Muchos de nosotros nos hemos visto rodeados de tradiciones SUD desde mucho antes de nuestro nacimiento.

Escoger abandonar la iglesia, sin importar la razón, es difícil, complicado e increíblemente doloroso.

Las personas que han experimentado sentimientos de soledad extrema o traición, o pérdida total de su identidad, es como si la base sobre la que han construido su vida se está desmoronando. Sienten ira, una tristeza devastadora, relajo y frustración. Sienten la necesidad de pertenecer pero al mismo tiempo el deseo de estar solos. Se sienten traicionados, juzgados, despreciados y confundidos.

Es una experiencia terrible que te quita la habilidad de confiar en otros… especialmente en aquellos que pertenecen a la organización que te ha causado sufrimiento y dolor.

Por esta razón, aquellos que se alejan de la iglesia se vuelven a menudo cínicos, escépticos e insensibles.

Los miembros hacen que el dolor sea peor

Ahora tienes una idea pequeña del dolor que experimenta la mayoría de las personas cuando comienzan a abandonar la iglesia.

Con eso en mente, imagina cuán doloroso es tener que pasar por todas esas pruebas, lidiar con esas olas de emociones interminables y ver que las personas en las que tú te habías apoyado antes y habías confiado empiezan a distanciarse de ti, a compadecerte, a juzgarte y a criticarte por tu carácter y por tus decisiones.

No sólo estás luchando una profunda batalla espiritual personal que no elegiste tener, sino que también sientes que estás siendo castigado por la gente que dice que te ama.

Los invito a considerar las palabras de Cristo en Doctrina y Convenios 81:5
“De manera que, sé fiel; ocupa el oficio al que te he nombrado; socorre a los débiles, levanta las manos caídas y fortalece las rodillas debilitadas.”
Si hay alguien en esta comunidad que necesita socorro, compasión, apoyo y empatía, es este grupo de personas que están pasando por una transición de fe.

La semana pasada, hice una pregunta en Facebook a un grupo que es conocido por ser una comunidad de ex-mormones, los cuales son muy abiertos respecto a sus frustraciones con la iglesia. Yo les pregunté, “¿Qué cosas deberían evitar los miembros de la iglesia para no causar un dolor innecesario cuando alguien que ellos aman decide alejarse de la iglesia?”

Aquí están algunas de sus respuestas:

- Cuando las personas te tratan con lástima y te dicen cosas como, “estoy orando por ti”.

- Cuando te conviertes en un “proyecto” y las personas sólo vienen a tu casa para cumplir con el llamamiento o porque “él obispo los mandó”.

- Cuando tu familia se convierte en una arma en contra de ti, cuando hacen que los nietos se animen para asistir a la iglesia, y los motivan para que vayan con sus padres en el futuro, o cuando usan el sellamiento en el templo de un ser querido como una motivación para que consigas una recomendación para el templo aún cuando saben que no puedes tener una o no la quieres tener.

- Cuando supones que las razones por las que alguien dejó la iglesia es porque quiere cometer pecado, porque no tienen suficiente fe, o porque no están verdaderamente comprometidos. Hay muchas personas que han estado apartados de la iglesia durante muchos años, y nunca nadie les preguntó por qué se alejaron ni escucharon sinceramente  sus respuestas.

- Cuando no sabes qué decir después de que por mucho tiempo las personas dejan de venir a la iglesia, quizás te sientes incómodo y mejor los ignoras, y dejas de tratarlos como amigos.

- Cuando envías a los misioneros a que los visiten a pesar de que ellos han pedido que no los contacten.

- Asumir que el dejar la iglesia es igual a perder los valores morales.

- Compartir tu testimonio con ellos suponiendo que sus dudas y pruebas desaparecerán como por arte de magia.

Entonces, el problema al que nos estamos enfrentando es que las personas abandonan la iglesia porque están heridas, y con los intentos que hacemos para traerlos de vuelta los lastimamos aún más.

Lo que sí deberías hacer

Ya que no puedes hacer todas esas cosas anteriormente listadas para traer a los que tu amas de regreso a la iglesia, ¿qué deberías hacer entonces?

La respuesta es simple: deja de intentar traerlos de vuelta a la iglesia. Simplemente ámalos.

No fue hasta que un obispo me invitó a su oficina -no para pedirme que regresara- sino para expresarme su amor por mí y mostrar empatía y comprensión por lo que yo estaba pasando, que incluso contemplé la idea de volver.

Hablamos sobre todas mis pruebas y sobre la presión que yo sentía de vivir a la altura de un estándar cultural de perfección. Hablamos sobre mi enojo contra la iglesia y contra Dios. Sobre mi frustración con José Smith. Hablamos sobre la falta de compasión que a menudo mostramos por las personas que son diferentes a nosotros.

Él me escuchó. Empatizó conmigo. Me comprendió y me invitó a hablar más.

Me ayudó a lidiar con mi propia fe, y me mostró que está bien ser un miembro de la Iglesia diferente. El tipo de santo que lucha con preguntas difíciles. Un santo de los últimos días que no tiene todas las respuestas. Uno que no sabe si la iglesia es verdadera.

Al igual que mi obispo, y muchos amigos y familiares tanto dentro como fuera de la iglesia que me ayudaron a lo largo de mi viaje, nosotros (me incluyo a mi mismo) necesitamos hacer un mejor trabajo al cuidar de las otras personas, no solamente porque son parte de nuestra fe, o no solamente por cumplir nuestros llamamientos sino porque los amamos. Es parte de lo que somos, tener una preocupación genuina por nuestro prójimo.

Aquí les dejo un secreto: las personas saben cuando te acercas a ellos esperando algo a cambio. Si somos realmente honestos con nosotros mismos, sabemos que la mayoría de veces que nos acercamos a nuestros seres queridos que han dejado la iglesia, lo hacemos con amor. Nos acercamos a ellos porque estamos preocupados de que no van a tener la gloria celestial.

Tenemos miedo de que si ellos no cambian su comportamiento, los perderemos para siempre, y nuestra esperanza de tener una familia eterna se pierde debido a sus decisiones “egoístas”.

Nos preocupa que sus decisiones harán eco a través de la eternidad a medida que sus generaciones se pierdan por las artimañas de Satanás.

Estos intentos de reconversión basados en el miedo casi siempre tienen que ver más con nosotros mismos que con ellos, a pesar de cómo tratemos de justificarlo.

Hermanos y hermanos, les quiero preguntar… ¿Ustedes tienen fe? ¿Pueden confiar en el plan de Dios? ¿Creen que Dios tiene un plan para cada uno de sus hijos, incluso para aquellos que dudan de la fe?

Necesitamos cambiar nuestro enfoque y dejar de criticar y avergonzar a las personas por sus diferencias y sus dificultades de tal manera que los hagamos alejarse de la iglesia.

Debemos dejar de criticar a las personas por ir de paseo con su familia un domingo cualquiera, porque quizás nunca regresen.

No debemos criticar a los poseedores del sacerdocio por el color de camisa que utilizan en la capilla, o por su cabello facial. Debemos expresar gratitud por su asistencia y sus contribuciones, de lo contrario, se pueden alejar y nunca regresar.

Nunca debemos criticar a una mujer joven por usar un vestido que consideramos inmodesto. Eso puede causar heridas emocionales profundas que haga que se aleja y que nunca quiera regresar.

No debemos avergonzar a un hombre joven por mirar pornografía, por masturbación, por regresar a casa temprano de una misión o por simplemente no ir. Esas pruebas son difíciles de sobrellevar y si le agregamos más peso con palabras críticas podemos conducir a ese joven a la depresión, a la tristeza... y a abandonar la iglesia y nunca regresar.

No podemos juzgar a las madres que trabajan fuera de la casa. Cuando juzgamos la capacidad de una mujer como madre, la hacemos sentir insignificante y como un fracaso. Es posible que estas mujeres se aparten y nunca regresen.


La pregunta más importante

Les dejaré unas preguntas.

Estas preguntas determinarán el futuro de nuestros vecindarios, nuestras comunidades y nuestra iglesia.

Estas preguntas determinarám la calidad de sus relaciones con sus amigos y familiares que son miembros a medida que ellos desarrollan su fe y pasan las pruebas de la vida.

¿Puedes crear un espacio amoroso en la iglesia para nuestros hermanos y hermanas cuya fe es diferente a la nuestra, ya sea en la iglesia o fuera de ella?

¿Hay un espacio en la iglesia para las personas que asisten sólo dos veces al mes?

¿Hay un espacio para quienes no les guste José Smith?

¿Hay un espacio en la iglesia para quienes aún tomen café?

¿Hay un espacio en la iglesia para quienes lidian con la pornografía o el alcohol?

¿Qué estás haciendo para crear un espacio acogedor para estas personas? ¿Qué estás haciendo que podrían alejarlos… para siempre?

En el mejor de los casos, la religión nos empuja a desafiar nuestros propios pensamientos y comportamientos. Nos inspira a ser mejores y a examinar nuestra contribución a los problemas de nuestro mundo.


La religión en su peor momento se centra en excluir, condenar, amenazar, juzgar y controlar a los demás por la vergüenza y la culpa.

El evangelio de Jesucristo en el cual creo yo y el cual estoy tratando de vivir, me inspira a ser mejor y a reflexionar en cómo puedo ser mejor a medida que comprendo y acepto las debilidades de los demás.

El evangelio de Cristo no nos anima a ser complacientes con nuestro propio crecimiento y progreso mientras juzgamos y menospreciamos a otros por sus pecados o sus debilidades.

Cristo tenía un nombre para esas personas: “hipócritas”.

Finalmente les dejo con una escritura. Es tal vez la escritura más profundamente importante que tenemos, a la cual le tengo cariño.

“Este es mi mandamiento: Que os améis los unos a los otros, como yo os he amado”. Juan 15:12

Fuente: Este artículo ha sido tomado, traducido y adaptado de Medium



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Hernán Felipe Toledo

MBA, Ingeniero, viajero, creador de comunidades y amante de difundir inspiración. Actualmente sirve en la Presidencia de Estaca.

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  1. Enriquecedor este artiartí,graciss por compartir

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  2. Que hermoso mensaje ,nunca lo había pensado porque no critico ,,pero si hace daño todo lo que dice el hermano,gracias por compartir.

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  3. Gracias, me ha gustado mucho este aporte y estoy de acuerdo contigo. Amar a otros implica dejar espacio para que reflexionen, decidan y vivan de acuerdo a lo que quieren y pueden hacer, no presionar ni hacerles sentir temor porque con eso no ayudamos a acercarlos a la verdad, ni eran las maneras de Jesucristo. Respetando y siendo amigos sinceros contribuimos a elevar y ministrar a los demás. Saludos.

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  4. Entiendo por qué ponen al principio que podría dañar la susceptibilidad de los que lo leyeran, siento que el artículo habla a personas totalmente sensibles, personas a las cuales no hay que tocar ni con el pétalo de un comentario. Es muy interesante la perspectiva mostrada, sin embargo debo decir que yo me alejé de la iglesia de manera muy tranquila, al seguir escudriñando las escrituras y darme cuenta de la falsas doctrinas, mi estudio constante y la razón me hicieron caer en cuenta que no era la iglesia corecta y fuí en busca del conocimiento. Hoy soy una persona que sigue en esa busqueda, con amigos y familia que son mormones. El conocimiento nos hace libres y los "sentimientos" que hace que las personas sientan y frustren siempre estarán ya q son varios los motivos por los cuales una se aleja, gracias por aceptar mi comentario, ya que creí q faltaba el caso de aquellas q nos alejamos por voluntad propia y por conocimiento de la verdad.

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  5. Me encantó!! una realidad de la que había despertado hace tiempo pero que nunca vi de manera tan clara como con este artículo. Muchas gracias.

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  6. Este tema debe ser difundido...me encanto y a la vez me hizo pensar que cambios debo hacer...

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  7. Gracias, necesitaba escuchar ésto, me siento así, diferente y pidió todos los días de mi vida con tanto remordimiento. Gracias porque fue paz a mi mipíritu.

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